miércoles, 2 de mayo de 2018

¿Dicen adiós los niños? | Consejos para padres


Explicación
El dolor por la pérdida de un ser querido se siente a cualquier edad, también en la infancia. Resulta complicado ayudar a los niños/as y jóvenes a afrontar la muerte cuando llega cerca y, a veces equivocadamente, padres y adultos tienden a evitar mostrar sus sentimientos ante ellos. Para los adultos es complicado aceptar y gestionar que alguien con quien vivían dejará de existir. En el caso de los niños es muy parecido.
Las diferencias en la comprensión del concepto "muerte" existen. Hacia los cuatro o cinco años comienzan a usar términos como: vida, vivir, estar vivo, muerte o morir. Hacia los ocho o nueve años suelen pensar que juguetes, dibujos o piedras, tienen “vida” y que la muerte es algo pasajero. El concepto de tiempo también tiene una medida distinta; mañana, pasado mañana o para siempre, se mezclan entre realidad y fantasía antes de llegar a adultos.
La clave para entender su visión de este proceso es la imaginación. Ellos son capaces de crear y comprender todo, incluso mejor que los adultos. A partir de los 8 años comprenden el término pero eso no significa que continue resultando igual de complicado aceptar la muerte, de la misma forma que nos ocurre a los adultos.
A cualquier edad entender lo que sucede y vivirlo va a ser muy diferente en función de la persona o personita concreta. En función de nuestra etapa vital, la relación con el difunto o nuestra personalidad lo afrontaremos desde un prisma único, el nuestro. Aún con todo hay algo que nunca cambia y es que nuestro hijo debe sentirse participe del proceso. No es tonto y sabe lo que ocurre, por eso necesita que el resto lo consideren así. Y, además, debemos gestionarlo de forma natural, aceptando la tristeza y ofreciendo una visión con cariño.

Objetivo
Ayudar al menor a aceptar y gestionar correctamente la pérdida de un ser querido (incluídos animales).

Pautas
  • Tratemos de ser lo más sinceros posibles con ellos. Sin ahondar en detalles, pero no dar falsas esperanzas ni verdades a medias. Cómo los adultos los niños necesitan tiempo para la gestión emocional.
  • Es importante que vivan el proceso, desde la forma más positiva posible. Realizar visitas al hospital para leer o jugar un rato, para darle un beso o un abrazo a esa persona son algunas posibles opciones que normalicen la situación.
  • Oriéntale en función al estado de la enfermedad. Utiliza cuentos o historias bonitas (al final de la presente entrada os proponemos algunas opciones).
  • La información debe llegar al menor siempre por la persona que él sienta más cercana.
  • Evitar que participen en el duelo familiar es apartarles de una situación adaptativa en su vida no solo para el momento actual, también para el futuro.
  • Los mayores deben reconocer que ellos también sufren la pérdida. No se lo ocultes, ¡es imposible evitarles el dolor que sienten!.
  • No hay que olvidar, para no angustiarse, que el niño/a o adolescente, igual que los adultos, tardará cierto tiempo en procesar su duelo durante el que irá enfrentándose paso a paso con su dolor.
  • Hablar sobre la muerte con los niños acerca al menor a gestionar el proceso.
  • Hay que contestar a sus preguntas. Si se desconocen ciertas respuestas, trata de resolverlas junto a él o simplemente reconoce tu desconocimiento.
  • Puede ayudar darles protagonismo, hablar de su relación y encontrar el vínculo especial con la persona. Recordar un recuerdo especial del menor con la persona o de la relación entre el menor y el difunto. Cuidado de no sobreproteger generando un falso rol en el menor.
  • Utilizar siempre un lenguaje adaptado a los niños, tanto en vocabulario cómo en el tono o trato. 
  • Hablar de la persona difunta con el menor, contarle como era y cómo vivía. 
Existen aspectos que nos pueden llevar a errar cuando hablamos de la muerte con un menor. Es positivo tener en cuenta al informar: 
  • La muerte es universal. Deben comprender que todos nos vamos a morir, pero que es excepcional en personas jóvenes. Es importante que el niño o el adolescente acepte la realidad pero que no conviva con el miedo constante.
  • La muerte es irreversible. La metáfora del viaje puede hacer que se queden esperando, utilizar la imaginación para crear un lugar puede dar seguridad en el menor pero siempre explicando parte de realidad.
  • El siempre te querrá. Que el menor se quede con sensación una sensación positiva ayuda a gestionar el proceso.
  • Los sentimientos no se esconden. Pueden  manifestar su tristeza en forma de rabia o enfados, por eso es muy importante hablar con ellos, escucharles y explicarles lo que tu sientes. 
Estrategia
El cofre del abuelo y Juan.
  • Buscad una caja de cartón.
  • Coged papeles, cartulinas, pinturas, pegatinas y cualquier material reciclado para decorar y crear el cofre. Es muy importante que créeis el cofre juntos.
  • Introducid los siguientes objetos (si disponéis de ellos): una foto, algo que te recuerde a él y algo que le desees regalar. 
  • Meted un peluche o muñeco que poder abrazar, besar o hablar. Cada abrazo que le de será un abrazo directo para la persona.
  • Introducid un cuaderno y escribid una carta de despedida. En ella le explicaré al menor que a partir de ese momento podrá escribir cada vez que necesite contarle algo o explicarle lo que le echa de menos.
El cofre se convertirá en un lugar al que acudir cuando el menor se acuerde de la persona difunta. Servirá para poder abrazar cuando lo necesite y para poder seguir llenando el cofre de cartas cada vez que desee volver hablar. Será una forma de recordar y de canalizar sus emociones ante esa muerte.


Material complementario
  • Cuentos para trabajar el duelo con los más pequeños.
  • Libros para trabajar el duelo con adolescentes y mayores.

Ver más sobre los miedos de los menores en el Capítulo 20 de Educar sin varita mágica y en el siguiente enlace.

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