sábado, 15 de abril de 2023

 Lecturas recomendadas para niños de 8-10 años I El regalo perfecto para la comunión


Entre los 8 y los 10 años se van forjando los grandes lectores. Las imágenes, afortunadamente, siguen siendo muy importantes pero ahora se combinan con textos más completos. Es un momento en el que los chicos están ávidos de escuchar, de aprender y de soñar, así que toca darles alas. Aquí os proponemos algunas de las que más nos gustan.


1. YO VOY CONMIGO
de Raquel Díaz Reguera.
Un sencillo libro que habla sobre lo importante que es gustarse a uno mismo antes que a nadie. Sobre la autenticidad y lo importante del respecto a lo que somos.
Temas: Habla sobre la honestidad, la sinceridad y el amor a uno mismo como primer mandamiento


2. LOS IMAGINARIOS, 
de A.F. Harrold.
Una maravillosa edición que cuida hasta el más mínimo detalle y que gusta a adultos y niños. Una delicia para los chicos más imaginativos. 
Temas: Amorimaginación y amistad en estado puro.

3. MELODÍA EN LA CIUDAD, 
de Benjamin Lacombe.
De la mano de uno de los grandes de la ilustración infantil, "Melodía en la Ciudad" habla de los talentos, de la pasión por la música y de como el esfuerzo y la confianza en uno mismo nos llevan a la luz.
Temas: El talento, la música y la confianza en uno mismo.

4. EL DÍA QUE MAMÁ PERDIÓ LA PACIENCIA, 
de Belén Gopegui.
Algunas veces la salida está donde menos la esperas. En otras ocasiones es una persona quien es capaz de ayudarte a encontrarla, ¿o quizás las dos cosas? Uno de nuestros libros preferidos de Belén Gopegui.
Temas: Empatía y paciencia.


5. ¿Y SI ME DEFIENDO?,
de Elisabeth Zöller.
El acoso es un tema demasiado cotidiano en la vida de nuestros chicos. Aprender a expresarlo y afrontar este tipo de situaciones es enormemente complicado. Libros como éste ayudan, y mucho.
Temas: Resolución de conflictos.

6. YO VOTO POR MÍ, 
de Martin Baltscheit.
A través de una fantástica representación animal, el libro habla de la libertad, los conceptos democráticos y el autoritarismo. Una fantástica lección que quizá aprendiendo de pequeños mejore nuestro mundo.
Temas: Democracia (y la ausencia de ella).


7. NO ME HAN INVITADO AL CUMPLEAÑOS, 
de Susanna Isern y Adolfo Serra.
Una historia más cercana a la realidad de los chicos de lo que imaginamos y, sobretodo, un miedo muy frecuente. Tratado con inteligencia y con una magnífica ilustración.
Temas: Autoestima.

8. EL CLUB DE LOS RAROS, 
de Jordi Sierra i Fabra.
Una sencilla y realista novela que anima a asumir esas cosas que nos hacen diferentes con humildad y valentía. Donde los buenos ganan a los malos, si es que esa clasificación alguna vez tiene sentido.
Temas: Tartamudez, dislexia... nuestras cosas especiales ;)

 
9. LOS QUEBRANTASUEÑOS, 
de Susanna Isern y Zuzanna Celej.
Un libro entretenido que habla con una enorme dulcera de la dicotomía entre el bien y el mal. De los que destruyen y los que construyen.   
Temas: Los conflictos y la lucha por cumplir sueños.


QUIZÁ TE INTERESE... 

jueves, 22 de abril de 2021

¿Cómo enfrentarse a los examenes finales?


Comenzar a estudiar demasiado tarde, falta de constancia, utilizar métodos de estudio poco eficaces para mi persona, no haber estudiado lo que necesitaba, estudiar en el último momento... esos y algún otro son errores que la mayoría de nosotros hemos cometido en el pasado y que actualmente vemos cometer a los menores.
Cuando nos enfrentamos a un examen surgen las dudas, los temores, los nervios... la tan temida ansiedad! Es cierto que la ansiedad nos puede jugar malas pasadas pero no tiene porque ser así, al menos en la mayor parte de los casos.
En primer lugar debemos romper un tópico y es que la ansiedad es adaptativa y, por ello, positiva. Si la gestionamos correctamente nos va a aportar ese plus de concentración y eficacia que nos lleve a la consecución de objetivos. Eso sí, la ansiedad, como los que la portamos, no es tonta. En aquellos casos en que no he estudiado la suficiente, me la "he jugado" a solo una parte del contenido del examen o he estudiado todo la noche anterior la ansiedad será un monstruo que solo darnos por vencidos o el "tirar la toalla" podrá derrotar. En ambos casos mi resultado será nada satisfactorio.
Debemos buscar por tanto esa versión buena de la ansiedad, esa que me ayuda.

¿Cómo controlo entonces la ansiedad para que no me domine y poder obtener todo lo beneficioso que puede darme?
La forma más efectiva es, probablemente, la que menos nos gusta: ESTUDIAR! Cuando trabajo mucho, soy organizado, anticipo el examen, utilizo técnicas que me llevan en volandas a la nota pretendida, etc. mi cerebro se siente seguro y la ansiedad hará una presencia testimonial. Serán  esos nervios buenos, esos que me hacen estar ligeramente intranquilo y que me ofrecen un plus de rendimiento. ¡Bienvenida esa ansiedad!
Pero, ¿qué ocurre cuando no tengo esa seguridad? No siempre es por haber preparado mal el examen (eso indudablemente hará fuerte a la ansiedad). A veces es una mala experiencia anterior, o la imposibilidad de una preparación óptima, sea por disponibilidad de tiempo, capacidad, o acumulación de pruebas. En esos casos trataré de dominar, en la medida de lo posible a mis nervios. Os daremos unas estrategias para ello aunque Educar sin varita mágica os propone, en sus capítulos 5 y 21, una información más detallada y completa.
  1. Técnicas de relajación. Si bien son siempre interesantes lo serán especialmente en aquellos casos en los no parezca controlar mi cuerpo (taquicardia, sudoración, hipermovilidad, etc.). Desde ejercicios muy versátiles y sencillos como la respiración diafragmática a más complejos como la relajación muscular progresiva de Jacobson.   
  2. Mantener un estilo de vida saludable. Aunque suene a tópico si nos alimentamos correctamente, reducimos los estimulantes (como la cocacola o el café) o hacemos ejercicio estaremos ayudando a equilibrar nuestro cuerpo y reducir la ansiedad. 
  3. Duerme y descansa lo suficiente. De no ser así parecerá que te sientes menos culpable pero a la larga la reducción del rendimiento será perjudicial.
  4. Pierde un rato en organizarte porque será tiempo ganado. Cuando planificas, aunque sea a costa de darte cuanta de que no llegas a todo, tu cerebro anticipa y acaba sintiéndose mejor. Además así podrás preparar el examen de una forma más eficiente.
  5. Recompensa tus esfuerzos como mereces. Trabaja mucho pero permítete descansos y premios a modo de estímulo. Será doblemente beneficioso.
  6. Háblate como si fueses tu mejor amigo. Suena a locura pero cuando nos hablamos a nosotros mismos lo hacemos de una forma más inteligente. "Has hecho cuanto has podido", "Esfuérzate puesto que es la mejor opción", "Eres el único que va a escribir en ese examen, así que ánimo campeón/a". Tú mejor amigo te animaría y se centraría en lo positivo. Házlo igual que lo haría él. Evita hablarte con frases tipo "No llego ni de coña", "Tengo que aprobarlo como sea", "Seguro que me preguntan lo que no he estudiado". Cree en ti y pasa a frases como "Voy a estudiar cuanto pueda", "Esfuérzate para ver si conseguimos aprobar" o "Si me estudio todo, aunque sea algo peor, todo lo que me pregunten podré contestarlo".
Nota 1. Recomendamos leer los Capítulo V y XXI del libro Educar sin varita mágica que trata la Ansiedad en los menores y en los adultos.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Control inmediato del estrés | 10 trucos antiestrés

No siempre es posible controlar el estrés. A veces, lo hemos hecho mal y, en otras ocasiones, simplemente, no todo estaba en nuestras manos. Una rabieta de mi hijo tamaño chucky, mi jefe fuera de sí o un cúmulo de situaciones que me están superando.
Llegados a ese punto no sirve de mucho plantearse cambios radicales en la vida. Ni tomar decisiones vitales. Es momento de controlar ese estrés, relajarse y, una vez conseguido, ya pensaremos hacia dónde o cómo queremos avanzar. Nos servirán para controlar emociones puntuales que nos dominan (como la ira, la pena o la tristeza), conseguir tranquilizarnos y, porque no, para conocernos mejor.
Por eso, os proponemos una serie de trucos que utilizamos nosotros para controlar el estrés, de forma puntual e inmediata. Los pasos son:
  1. Detecto el estrés.
  2. Descubro su origen.
  3. Descubre dónde lo sientes.
  4. Elijo un plan antiestrés.
  5. Lo pongo en marcha hasta que me sienta más tranquilo o, si no está funcionando, elijo otro.

PLANES ANTIESTRÉS
  1. Escucha música que te tranquilice (por ejemplo, la que utilizamos nosotros en clase).
  2. Haz deporte. Corre, salta, nada, coge la bici, haz yoga o vé al gimnasio. Lo que sea que te exija de verdad. 
  3. Desahógate con alguien de confianza pero trata de ser coherente y no caer en el dramatismo. Escucha y da las gracias al final por "estar".
  4. Mastúrbate.
  5. Si la energía es exageradamente elevada, golpea, grita, prieta, lo que sea que no haga daño a nadie pero consiga liberar tu energía negativa.
  6. Aprovecha para limpiar o recoger con la música bien alta o cascos. Realizar tareas monótonas nos permiten relajarnos sin hacernos más daño a la vez que nos permite sentirnos un poco mejor.
  7. Ve a un sitio tranquilo, a ser posible, monte. Camina, respira hondo y, cuando estés preparado, reflexiona sobre que está pasando y por qué está pasando eso. Qué quiere decir. 
  8. Trata de reestructurar tus pensamientos. De cada situación complicada surgen oportunidades. Busca el lado positivo y se constructivo.
  9. Ponte canciones locas de gritar o bailar a tope. Nosotros tenemos preparadas listas de canciones para niños y adultos.
  10. Haz algo por alguien. Es una forma de distraernos y sentirnos bien. No arreglará nada pero si conseguirá que ese estrés se reduzca y nos encontremos mejor. Dona sangre, prepara una sorpresa a un amigo, toma un café con una persona que hace tiempo no vés...).

Estos u otros trucos pueden ayudarte a calmarte y empezar a sentirte mejor. Dependerá de tí y del origen del estrés usar uno u otro. Prueba hasta encontrar con el que te resulte eficaz.

Y recuerda que esto es algo paliativo, después nos quedará prevenir, es decir, tratar de buscar soluciones al origen de ese estrés para que no ocurra o se minimice.

QUIZÁ TE INTERESE...

miércoles, 17 de junio de 2020

8 consejos para un verano feliz


Llega el verano y con él el tiempo libre, los viajes, la piscina o los helados. Pero no llega solo, también le acompañan los cambios de rutina, muchísimas horas con nuestros hijos, el calor y, a veces, los problemas familiares.
Las vacaciones generan unas enorme expectativas que, si no las gestionamos bien, no siempre se cumplen como deseamos. No obstante, agosto es por algo el mes con mayores estadísticas de divorcios y separaciones. Estas figuras legales no valen entre padres e hijos pero dejan claro las tensiones que se pueden generar en esta época del año.

¿Empiezo a temblar entonces?
Por supuesto que no. Prepara el bañador, la toalla y los mejores planes que se te ocurran. Pero no olvides meter en la mochila algunas estrategias que te permitirán, no solo sobrevivir al verano, sino disfrutarlo como todos merecéis. Sí, decimos todos, no solo los pequeños.

8 consejos que podrías aplicar a vuestro verano
1. Nuestros hijos están de vacaciones. Trata de organizar su verano de forma que combine las actividades entretenidas con la tranquilidad. Durante el año están sometidos a mucho estrés de clases, extraescolares, deberes... así que no le busques actividades, campamentos o excursiones para cada día, especialmente en los niños de infantil y primeros años de primaria. Busca tiempo de calidad con ellos. Respirad. Permite que se aburra y use su imaginación para entretenerse.

2. Las mañanas son clave. Es el momento de la rutina, los quehaceres y el trabajo (si es necesario). Sin necesidad de grandes madrugones, dormir en exceso tampoco es positivo. Deja que la luna de la mañana despierte a tu hijo (no bajes del todo la persiana), desayunad juntos, aprovechad para diseñar el día y, una vez acabado, toca seguir nuestro plan de trabajo. Depende de la edad podemos hablar de hacer la cama, asearse, leer, trabajar las recuperaciones de septiembre o ayudar con la limpieza doméstica. Cualquier cosa. En el libro, Educar sin varita mágica, os sugeríamos seguir una Economía de Fichas, tremendamente útil para estos menesteres. Pretender que realicen estas rutinas después del parque, la playa o la piscina es ingenuo y doloroso para todos, así que organizar para luego no lamentar.

3. Las noches también lo son. Es normal acostarse un poco más tarde pero es bueno recordar que las rutinas les suelen dar tranquilidad y les hacen sentir más seguros. Estar atentos a la hora de cenar e ir a la cama es importante. Por supuesto un día es un día, así que coge una manta y en cualquier noche de lluvia de estrellas huir a un sitio oscuro y tranquilo y disfrutad de esa magia sin mirar el reloj.

4. Preparad planes especiales, no necesariamente grandes. Hacer un bizcocho, visitar a ese amigo de la familia, viajar, ver una lluvia de estrellas, ir a unas pozas, hacer una marcha nocturna... hay tantos planes posibles como días. Elegid cada vez uno, lo más consensuado posible. Todos tenemos derecho a plantear nuestra opción.

5. Socializa más, digitaliza menos. Facilita que queden con amigos, se reuna, prepare planes con gente. Pocas cosas son mejores para ellos así que pónselo fácil. Por contra, el exceso de tiempo con pantallas, consolas, tablets o móviles será una pequeña derrota para todos.

6. Naturaliza a tu hijo. Tanto si somos urbanitas como si somos de un pueblo a nuestro hijo es más que probable que no le sobre tiempo en la naturaleza. Busca excursiones, paseos, actividades que lo lleven a explorar su entorno. Dormirá mejor, es más sano, más estimulante y se sentirá más feliz. ¿Cuántas veces tras una excursión has vuelto pensando, pero por qué no vamos más con lo bien que estamos? Pues eso, ¡vamos para el monte cual cabras!

7. Usa (pero no abusa) de abuelos, amigos o compañeros. Cambiar de entorno, buscar combinaciones, organizarnos para llevarnos a varios de los amigos de nuestros hijos para que ellos disfruten a tope mientras que el resto de padres tengan tiempo para ellos. Hay miles de opciones solo hay que querer buscarlas.

8. 1+1+1. Algunos padres nos comentan que no saben como equilibrar su tiempo con el de sus hijos. Ahí va nuestra sugerencia: el 1+1+1. Consiste en tratar de repartir el tiempo de nuestros hijos es tres partes bien diferenciadas. Una de ellas serán planes organizados y estructurados. Esa parte es cuadriculada pero necesaria para sentirnos bien todos. Los pequeños están acostumbrados a horarios y rutinas y el verano puede desestabilizarlos un poco. La segunda parte será para innovar e improvisar. Hacer tonterías con nuestros hijos es una idea genial que solemos pasar por alto. Buscad planes de último momento, dejaros llevar. La tercera y última parte es más individual. Se trata de tener un tiempo para cada uno. Tanto él como nosotros necesitamos nuestro tiempo de tranquilidad, cuidado personal y hacer "nuestras cosas". Deja que piense, juego con lo primero que encuentre y disfrute de él mismo y su propia imaginación. Es un tesoro con el que no siempre dejamos que disfruten.
Por supuesto no es necesario que cada parte se reparta equitativamente y mucho menos cada día por igual, pero si que es plantea un equilibrio positivo para todos.

Sigue estos consejos, modifícalos, dadles vuestro toque personal o invéntate otros. Todo vale si es con buena intención y ganas de hacerlo bien.

¡Feliz verano a todos y todas de Educar sin varita mágica!

¿Cómo afronto las vacaciones de verano?

¿Qué ganas tengo de que se acaben las vacaciones y vuelvan a clase? 
Esto de vacaciones tiene poco
Son algunas de las frases que solemos escuchar o decir cuando las largas vacaciones estivales nos superan. No estamos acostumbrados a pasar tantas horas con ellos y su constante atención y demanda nos supera. Es quizá esta la clave. El poco tiempo que compartimos gran parte del año nos acostumbra a estar demasiado pendientes de él. Tanto para el hijo como para el padre esta relación se convierte en habitual y ni él se acostumbra a jugar solo ni nosotros sabemos ocuparnos de nuestras tareas o disfrutar de nuestro tiempo cuando estamos juntos. Aprender a compartir espacios y momentos sin que necesariamente implique que interactuemos todo el rato será la clave de la felicidad de ambos.

Parece sencillo pero, ¿cómo lo hacemos?
  1. Planifica. Hacer un calendario, plantear las actividades a realizar de forma conjunta y representarlo en una cartulina hará todo más fácil (os proponemos una actividad similar para ver como realizarlo aquí). 
  2. Genera ciertas rutinas y responsabilidades para las semanas de vacaciones. Trata de establecer junto a él una parte del día estructurada. Puede ser su media hora de lectura, de instrumento, de pintar o de repasar conceptos que nos entendimos bien en el curso. Se trata de que no olviden la generación de responsabilidades. Según se acerque el inicio de las clases trataremos de poner en marcha un plan de adaptación como éste.
  3. Organízate con amigos o familiares. Busca a gente dispuesta a compartir responsabilidades. Puedes organizar una actividad para varios niños hoy tú y la semana que viene otra persona. Ayudará a socializar, compartir, será una plan atractivo para ellos y descargará las agendas de adultos.
  4. Prepara planes diferentes y útiles para todos. Cocinar juntos lejos de ser un deporte extremo puede ser algo interesante para todos: colaboración, autonomía, asumir responsabilidades, entender lo que la preparación de comida representa, trabajo en equipo, etc. Limpiar, preparar maletas, organizar las cosas de la piscina o playa... Nuestros hijos están deseando asumir responsabilidades, eso sí, las necesitan como en los muebles de IKEA. Paso a paso, todo muy clarito y con las herramientas disponibles.
  5. Asegura que tenga materiales a mano para sus tiempos libres. Pueden ser pelotas, legos, papel y pinturas, mandalas... lo que creas oportuno siempre que le permita entretenerse, sin sobreestímulos y, a ser posible, que le permita hacer cosas que te parezcan interesantes del tipo manualidades, lectura, pintura, música, etc. Esto vale para casa, los viajes en coche y las salidas. Creemos que proveer de demasiadas cosas a la vez puede ser contraproducente. Os proponemos, por ejemplo, tener un cajón o una caja en la que cambiemos periódicamente ese tipo de elementos a modo de sorpresa.
  6. Limita sus diversiones poco positivas. Nos referimos a las horas de móvil, de TV o de juegos de ordenador o consola. Estructura unos tiempos máximos en el calendario o haz que gane ese tiempo extra con actividades que os resulten más positivas. 
  7. Trata de que descubra el aburrimiento. Nooooo.. no decimos que le aburras tú pero si que entienda un concepto que ha pasado a ser nuevo y aterrador para los niños actuales: el aburrimiento. Durante el curso es difícil que se acerquen a él así que es un buen momento para ello. El tedio, la monotonía, el no tener que hacer es parte de la vida y necesitan descubrir que debemos asumirlo como tal. Deja que sea el mismo en que piense actividades a realizar, que busque trucos, imagine. Todo ello es fantástico para él. Recuerda que tú no eres el salvador de sus aburrimientos y tampoco lo es la TV, el móvil o los videojuegos. 
  8. Durante el verano los menores frenan su aprendizaje académico lo que provoca que pierdan hasta un 40% de lo aprendido el año anterior, especialmente en lengua y mates. Trata de evitar esto. Para ello busca un plan de lectura (mira estas estrategias), aprovecha cualquier excusa para practicar las mates (las recetas que utilizamos en cocina, su deporte favorito, las cuentas cuando quiere comprarse algo), revisa juegos en los que las matemáticas sean esenciales, etc. Hacer deberes no tiene porque ser "hacer deberes". Utiliza la imaginación y ofrece opciones.
Disfrutar de las vacaciones es un derecho de todos, de padres e hijos, y necesitamos respetar en enseñar a respetar esos derechos. Así que, trata de organizar vuestra agenda y vuestra vida de forma que todos seáis felices puesto que no hay mejor forma de querer al menor que desde la felicidad propia.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Estrés, ¿aliado o enemigo?

Existe un sinfín de estudios acerca de las bondades y, sobretodo, perjuicios que genera el estrés. Tras mucho leer y mucho experimentar en carnes propias y ajenas nos atrevemos a concluir que un punto de estrés en nuestra vida es sano e incluso necesario. Es la forma de asegurarnos que no vivimos estancados y en una eterna zona de confort.

El estrés (en latín stringere, que significa apretar) implica una amenaza o una exigencia más elevada de lo normal. Es decir, puede resultar dañino o una forma de avanzar y moverse. Esa es la clave.
Sin nada de estrés, es decir, sin retos, tendemos a tumbarnos, a parar, a conformarnos. ¿No os pasa que, después de una época intensa, os ponéis malos en cuanto os relajáis?, ¿o que empiezas queriendo no tener estrés y acabas viendo mierda en la tele que acaba estresándote más al pens
ar que estás tirando decenas de horas a la basura?
Un punto de estrés es clave y lo ideal es que surja de la autoexigencia, no en espera de que algo vaya mal. Véase que mi jefe me amenace con despedirme, mi hijo empiece a salirse del tiesto o mi pareja comience a plantearse el divorcio. Exigirse dar lo mejor de sí es una receta maravillosa, porque, no solo te sientes bien contigo mismo, sino que haces sentir bien al resto y, aún mejor, evitas que aparezca el estrés malo.
El estrés bueno te exige estar despierto, atento, tratar de tomar consciencia de lo que pasa a tu alrededor. Cansa, pero es un cansancio que aporta, es positivo.
Ahora bien, qué ocurre cuando aparece el estrés malo. La amenaza. El que duele y no aporta. Pues que toca reflexionar como controlarlo, anticipar posibles situaciones y poner soluciones que lo controlen. Toca saber decir que no a ciertas cosas, sean buenas o malas. Toca ser asertivo. Toca tomar el control de nuestra vida, al menos hasta donde podamos llegar.
El estrés puede resultar un aliado en nuestro camino hacia el crecimiento personal o puede ser un enemigo que nos coma por dentro. Nos toca elegir a nosotros, ¿estrés bueno o estrés malo?

QUIZÁ TE INTERESE...

miércoles, 6 de mayo de 2020

Rutinas. Una lucha de buenas contra malas


La palabra rutina, del francés routine, hace referencia a esa ruta que hemos caminado muchas veces. Ese camino que conocemos de memoria y hemos interiorizado. 

El término es tan amplio que es capaz de encerrar en su concepto aspectos tremendamente positivos, las rutinas favorables, y formas de actuar ineficientes e incluso dañinas, las rutinas desfavorables. Aunque el proceso de creación sea similar, tanto como las afrontamos como nuestra actitud ante ellas es muy diferente, así que veamos por separado.

A. RUTINAS POSITIVAS
Aunque no tengan muy buena publicidad, las rutinas facilitan nuestro día a día. Nos hacen eficientes. Cuando automatizamos ahorramos recursos. Lavarme los dientes al acabar de comer, ducharme antes del desayuno, leer antes de dormir... tras unas cuantas repeticiones, asimilamos el hábito que llega para quedarse. 
Ya hablamos de cómo instaurar hábitos en 66 días en una entrada anterior (ver entrada), así que no insistiremos en ello. Tampoco en la importancia enorme que tiene para niños y adolescentes asumir rutinas en su aprendizaje (cómo ya explicamos, por ejemplo, en lo que a deberes respecta). Lo que queremos es ahondar en lo beneficioso de las mismas a nivel de salud, tanto física como mental. Importantes estudios han encontrado relación entre la adquisición y uso de hábitos durante el día con un sueño más saludable y, con ello, una mayor estabilidad emocional y mejor salud mental (ver estudio completo aquí). También se ha encontrado una relación significativa entre aquellas familias que generan rutinas y una menor impulsividad, rabietas y comportamientos oposicionistas en sus hijos/as (ver estudio aquí). 
Las rutinas mejoran nuestra salud y nuestro sueño
Los menores que viven en entornos estables y con rutinas definidas muestran un menor impulsividad y menos pautas desafiantes.
Adquirir hábitos no es cool, no suena bien, nos hace sentir viejos y acomodados pero son absolutamente importantes. Saca el loco o loca improvisador que llevas dentro en momentos concretos. Sé creativo en lo que quieras serlo, pero no vivas del caos porque no te ayudará a ti ni a quienes tienes cerca. 
Quizá sea momento de instaurar tomar un té con esa amiga los martes, de levantarse 15 minutos antes para comenzar el día tranquilo o salir a correr tres días por semana. Medita, elige y ¡a por ello!

B. RUTINAS NEGATIVAS
Pero las costumbres no siempre son positivas. Existen dos casos claros en los que las rutinas nos hacen daño:
  • Cuando nos ahogan y producen sensación de monotonía y hastío.
  • Cuando hemos adquirido rutinas negativas, dañinas o que nos provocan una pérdida de control o de tiempo.

Ambos casos, más comunes de lo que quisiéramos, exigen soluciones. Romper con la rutina consta de dos fases increíblemente intuitivas de enumerar pero difíciles de llevar a cabo. 

1. RECONOCE LA RUTINA NEGATIVA
Lo primero es reconocer esa rutina negativa. Os ponemos algún ejemplo: "Quiero dejar de comer mierdas" o "No tengo tiempo para nada". Ese tipo de frases, ante estos u otros temas, aparecen en nuestra mente e incluso las verbalizamos cotidianamente pero, ¿realmente las interiorizamos?, ¿somos conscientes de que es un problema a solucionar o es una queja de algo que no estamos dispuestos a cambiar? Ser conscientes es un paso fundamental en todo y, aunque nos cueste reconocerlo, rara vez llegamos a dar el paso de reflexionar sobre la cuestión.

2. DECIDE SI QUIERES ELIMINARLA DE TU VIDA O NO. ASUME TU LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD COMO CREAS OPORTUNO
Una vez reconocida la dificultad es importante asumir que el reconducirla es un derecho. Nadie nos va a obligar a cambiarlo. Somos libres de tomar esa decisión con honestidad. ¿Realmente quiero hacer el esfuerzo de cambiar?, ¿me interesa?, ¿estoy dispuesto a poner la fuerza de voluntad que exige?

3. TRAZA UN PLAN
¡Pues, hazlo! Es un buen consejo pero a nadie le va mal un poco de ayuda. Si con esa autoinstrucción eres capaz de cambiar tus hábitos olvídate de lo siguiente. Por si acaso, recomendamos unos pasos muy sencillos y útiles aptos para terrícolas. 
Es probable que sean muchas las cuestiones a eliminar, modificar o retocar. Haz una lista y prioriza. De una en una. Por orden de importancia. Cuando la tengas concéntrate en una de ellas. Selecciona una que sea importante para ti pero, a ser posible, no demasiado difícil. Necesitamos creernos que somos capaces y, quizá, dejar de fumar no sea la mejor opción para darnos moral. 
Busca una línea de seguimiento que te ayude a ser constante y a tenerlo en mente. Puede ser una alarma en el móvil, nuestra hoja de Cómo cambiar un hábito en 66 días, exponlo a tu gente para sentir una presión positiva para el cambio o publícalo en tus RRSS. Lo que sea que te funcione y ahora sí ¡Pues, hazlo! 

Genera y cuida las rutinas positivas, especialmente en lo que concierne a los pequeños, vuélvete loco cuando realmente sea el momento de improvisar o lo necesitas y toma consciencia de tus malos hábitos y modifícalos según tus intereses. Pocos caminos harán tu vida más sencilla y relajada que estos.

RECOMENDAMOS.