¿Qué son los bloqueos?
El bloqueo cerebral es mucho más corriente de lo que imaginamos. De hecho, cuando se trata de casos esporádicos, debemos asumir que es algo absolutamente normal que no requiere de ninguna atención excepcional, excepto cuando podruce una sensación de malestar muy importante o demasiado frecuente para poder desarrollar nuestra vida con normalidad.
Un bloqueo aparece cuando un cerebro sano se encuentra ante una situación que provoca un intenso choque entre sus capacidades reales y exigencias del medio. Los bloqueos pueden ser ocasionados por pensamientos (por ejemplo miedo al fracaso) o por emociones (cuando nos encontramos al chico o chica que tanto nos gusta). "Siento que mi mente está bloqueada", "No me salen las palabras", "Me he quedado en blanco"... algo así como cuando un ordenador se bloquea. Sabemos que está encendido pero no responde. Nuestro cerebro trata de protegernos de una amenaza que cree puede hacernos daño pero lo hace mal, escondiéndose en lugar de afrontando la situación u ofreciéndole soluciones.
Realmente se trata de la falta de comunicación entre los dos hemisferios. El desajuste aparece por la pobreza de la función visual que bloquea totalmente el ojo derecho, que debería ser su ojo dominante. Imagínate un “sistema nervioso” en el que el oído que nos dirige es el derecho mientras que el ojo dominante el izquierdo. La información de ambos lados de nuestro cerebro queda aislada y lo que nos dice un oído no encuentra a la información que percibe el ojo. De esta forma nuestro cerebro está confuso y no es capaz de mandar mensajes claros a nuestras manos.
Afectan los bloqueos a mi hijo
El bloqueo cerebral es mucho más corriente de lo que imaginamos. De hecho, cuando se trata de casos esporádicos, debemos asumir que es algo absolutamente normal que no requiere de ninguna atención excepcional, excepto cuando podruce una sensación de malestar muy importante o demasiado frecuente para poder desarrollar nuestra vida con normalidad.
Un bloqueo aparece cuando un cerebro sano se encuentra ante una situación que provoca un intenso choque entre sus capacidades reales y exigencias del medio. Los bloqueos pueden ser ocasionados por pensamientos (por ejemplo miedo al fracaso) o por emociones (cuando nos encontramos al chico o chica que tanto nos gusta). "Siento que mi mente está bloqueada", "No me salen las palabras", "Me he quedado en blanco"... algo así como cuando un ordenador se bloquea. Sabemos que está encendido pero no responde. Nuestro cerebro trata de protegernos de una amenaza que cree puede hacernos daño pero lo hace mal, escondiéndose en lugar de afrontando la situación u ofreciéndole soluciones.
Realmente se trata de la falta de comunicación entre los dos hemisferios. El desajuste aparece por la pobreza de la función visual que bloquea totalmente el ojo derecho, que debería ser su ojo dominante. Imagínate un “sistema nervioso” en el que el oído que nos dirige es el derecho mientras que el ojo dominante el izquierdo. La información de ambos lados de nuestro cerebro queda aislada y lo que nos dice un oído no encuentra a la información que percibe el ojo. De esta forma nuestro cerebro está confuso y no es capaz de mandar mensajes claros a nuestras manos.
Afectan los bloqueos a mi hijo
Puede parecer que los bloqueos mentales son algo poco frecuente que no sucede a mi hijo. Pues no es así. Todos sufrimos bloqueos mentales, más veces o menos, o de mayor o menor grado. ¿Cuándo podemos encontrar esos bloqueos en nuestro hijo?
- En momentos de tensión
- Al preguntarle la lección
- En exámenes
- Hablando en público
- Por falta de control en una situación
- En situaciones nuevas
- Ante un exceso de información
- En situaciones que le generan vergüenza
- Sin razón aparente
Básicamente en los momentos de bloqueo nos encontramos como ese perro al que le lanzan el palo al río y merodea la orilla sin atreverse a dar el paso a lanzarse al agua. Necesita su tiempo, ánimos, que yo me lance con él. Lo mismo ocurre cuando nosotros estamos a punto de cruzar un río. Necesitamos tiempo para asuir que podemos, o valor para mojarnos o que alguien nos apoye o coloque una piedra para avanzar y poder vadearlo.
¿Qué hago cuando siento o veo que mi hijo o alumno se bloquea?
Cuando el menor sufre un bloqueo, se desajusta la unión que le permite acceder a la siguiente información dentro de su cabeza. Se encuentra atorado, perdido. Necesita un camino, unas cuerdas de las que agarrarse o un empujón para conseguir avanzar. Si le proporcionamos esa pequeña ayuda podrá proseguir y ofrecer la información que realmente posee pero no está encontrando. Para ello es importante crear puentes que le permitan dar un paso para cruzar ese río que hasta el momento parece insalvable. Facilitarles las pistas necesarias que le permitan continuar con su camino.
Para ayudarles en el desbloqueo puedo:
- Continuar parte de la frase que han dejado a medias.
- Realizar preguntas cortas.
- Ayudarle a respirar.
- Darle tiempo.
- Gestionarle con pistas concretas.
- Ofrecerle opciones.
- Animarle sin prisa.
- Ofrecerle confianza, quitando importancia.
- Darle palabras que le ayuden a seguir.
Podemos entender que el menor debe lidiar para enfrentarse al bloqueo puesto que si no aprende no será capaz de resolverlos por si mismo en el futuro. Esa afirmación encierra cierta realidad y es que debemos evitar sobreproteger al menor y necesita exponerse a situaciones poco cómodas para él en la vida. Igualmente puede ser positivo dejar que se enfrente al bloqueo pero, en ciertos momentos, el abandonarlo ante él lo único que hará es incrementar sus miedos, su anisedad y su sensación de vulnerabilidad. Encontrar ese equilibrio no es sencillo pero solo si concoemos que se siente en la orilla y dentro del agua seremos capaces de ofrecerle puentes cuando realmente los necesita.
¿Problema u oportunidad?
Aunque evidentemente todos enfocaremos un bloqueo como un problema podemos entenderlo igualemnte como una señal de que algo no funciona. Si noto una cierta molestia en la garganta podré entender dicho incomodidad como una señal para cuidarla, tomar miel o limón, no gritar, etc. Es decir, pese a lo incómodo del dolor de gargante podrá ser algo positivo si lo interpreto correctamente y evito una afonía o unas anginas posteriores. Si en cambio hago caso omiso no solo será incómodo primero sino que se tornará en una dificultad después. En el caso de los bloqueos sería positivo entenderlo de igual forma. Ante el primer bloqueo debemos buscar, o ayudar a buscar al menor, soluciones para evitar que cada día tengamos más miedo a los bloqueos, aumente nuestra ansiedad y baje exponencialmente nuestra autoestima. Cada caso y persona requerirá de unas pautas concretas. Por ejemplo, los conocidos bloqueos en los examenes nos están avisando de una mala preparación, un exceso de responsabilidad o un escaso control de la ansiedad. Si comenzamos a trabajarlos conseguiros mejoras claras. De no hacerlo nos encontraremos con "blancazos en los examenes", "ansiedad", baja autoestima o miedos patológicos a los examenes.
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