Dejar de fumar, tomar el café sin azúcar o no tomarlo, doblar la ropa y evitar hacer pirámides hasta el viernes, no morderte las uñas, hacer la cama por las mañanas, no echarte la siesta, dejar de beber Coca-Cola... Algunos de nuestros hábitos son negativos, perjudiciales o, simplemente, no nos hacen sentir bien. O todo a la vez.
No queremos profundizar mucho en su componente científica pero, básicamente, consiste en dejar de usar un camino (el hábito que queremos desechar y que no es más que un trayecto neuronal que hemos consolidado al usarlo durante mucho tiempo) y comenzar a trabajar sobre otro nuevo (el nuevo hábito que queremos crear y que deshace el anterior).
En 2009, la psicóloga Jane Wardle encontró que, de media, nos cuesta unos 66 días modificar completamente esas rutas (artículo). Es evidente que esos algo más de dos meses pueden hacerse largos pero solo toca ser persistentes y creer en la buena de Jane. Así que manos a la obra.
¿Cómo lo hacemos?
Van a ser más de dos meses así que lo primero es buscar un objetivo en el que creamos y entendamos que merezca la pena. Sea por salud, por dieta, por evitar molestias o por sentirnos mejor. ¡Solo uno! En dos meses buscamos el segundo.
Consejos prácticos
Una vez definido busca que todo vaya en su favor. Algunos consejos:
- Informa a la gente. El escrutinio popular y la vergüenza por fallar jugarán a nuestro favor.
- Elimina o evita fuentes de contaminación. Por ejemplo, no compres ese producto jamás si no quieres comerlo, cambia la costumbre que te lleva al viejo hábito, busca sustitutos o distracciones...
- No pongas excusas. Ninguna.
- Date premios por tus logros.
- Siéntete orgullosa por cada vez que lo consigues.
- Define un premio final para el día que cumplas los 66 días.
- Cree en lo que haces y en ti misma.
¡En dos meses nos cuentas! ¡Confiamos en ti!
Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro.
Santiago Ramón y Cajal.
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