miércoles, 20 de febrero de 2019

El efecto mariposa | Ideas para mejorar el mundo

¿Nacemos buenos o nos hacemos buenos? Seguramente este debate dé para un congreso en el que debatir genes vs ambiente, nature vs nurture. Entendemos que hay un porcentaje de cada y el debate real sería qué factor asume cada una de ellas. Por cierto, si algún valiente y con un punto inconsciente quiere definir esos porcentajes, será enriquecedor en un comentario.

Mientras otros debaten sobre ello nosotros, sabedores de que poco hay que hacer en lo que a genética se refiere, nos hemos centrado en el ambiente. Y, partiendo de aquí, tenemos la absoluta certeza de que, como si de un músculo más se tratara, la bondad se entrena, se mejora y se perfecciona. Como padres, maestros o profesores, pocos músculos nos deben interesar más que este. Si somos capaces de conseguir que nuestros chicos sean buenos y empáticos, les estaremos ayudando a forjar un ser humano con mayúsculas. Esto es crucial para sus relaciones sociales pero, también, en sus relaciones profesionales. El compromiso, la responsabilidad, la actitud o la sinceridad son algunos de los criterios más buscados entre los aspirantes a un puesto de trabajo (ver artículo aquí).

Existe un sinfín de formas de fortalecer ese músculo de la bondad. Quizá la mejor de todas sea el ejemplo, modelar a través de nuestra propia bondad pero, no es el único. Hoy os proponemos una dinámica que utilizamos nosotros en el aula y en nuestra vida personal, es decir, vale tanto para clase como para casa. Se trata del Efecto Mariposa.

El origen de dicho término se debe a Edward Norton Lorenz, un matemático y meteorólogo estadounidense. Según su análisis un pequeño aleteo de una mariposa puede provocar un tornado al otro lado del mundo. Esta idea ya fue desarrollada hace muchos años y encontramos proverbios chinos muy similares: "el leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo". Lo que ambas ideas manifiestan es que pequeños gestos pueden tener consecuencias enormes en sitios distantes. Es sobre esta idea sobre la que trabajamos en clase.

¿Qué puede ocurrir si esta misma tarde, cuando esté llegando a casa, ayudo a recoger su mochila a un chico al que se le ha caído en el portal de al lado? Puede que nada (excepto que yo me sienta bien por ayudar ), o puede que ese chico entre en casa más feliz y habiendo olvidado el enfado del entrenamiento. Su madre, contagiada por la sonrisa de su hijo, sale de casa y ayuda con la compra a un señor que salía del supermercado. Éste, agradecido, decide esa tarde ir a donar sangre que, quizá salve la vida de una joven ciclista que tendrá un accidente al acudir al trabajo la mañana siguiente. 

No creemos que vayamos a salvar vidas pero si creemos que, con el efecto mariposa, podemos hacer nuestras vidas un poco mejores y porque no, también el mundo en el que vivimos.

¿Cómo usar el Efecto Mariposa en clase?
Lo hemos usado en primaria y en secundaria. En nuestro caso elegimos un día, los viernes. Para ese día pueden traer una idea de casa o pensar una opción en los cinco minutos que les damos para ello. Para ello cada alumno dispone de una tarjeta como la siguiente:

Una vez rellenadas, se doblan una sola vez por la mitad y las introducimos en la Caja de Capullos. La decidieron llamar así por estar aún en fase de desarrollo. Todavía no son mariposas. Ponemos fecha a cuando pretenden hacer ese vuelo puesto que creemos que es importante concretar para hacerlos realidad. Lo mismo a la hora de definir el plan.

¿Qué tipo de planes o actividades valen?
Casi todas. El único requisito es que halla AIRE para que el vuelo sea real. Para nosotros el aire son cuatro conceptos. Deben ser actos Altruistas (generosos, que no esperen reciprocidad); Ilusionantes (no vale poner cualquier tontería para pasar el trámite. Deben hacerles brillar los ojitos y hacerles sentir bien); Realistas (factibles, que lleguen aunque sean humildes. La imaginación es genial si alcanza el objetivo previsto) y Empáticas (qué no piensen en lo que nosotros querríamos recibir ni queramos hacer sino en lo que esa persona necesita). Si hay AIRE, hay vuelo.

Una vez planificado tendrán una semana para hacerlo realidad, para mover sus alas. Según sus capullos vayan volando se pasarán a la Caja de Mariposas. Al final del año, del curso, podremos darle la vuelta a la caja y verlas volar a todas. Nuestros alumnos sugerían otros planes: quemarlas en la hoguera de San Juan, echarlas a volar desde algún monte tras una excursión, hacer un mural, etc. Creatividad al poder.

¿Y en casa?
Lo hemos hecho nosotros y algunas de las familias. Básicamente es la misma idea, con los mismos papeles y las mismas dos cajas. Nuestros consejo, participad los adultos, incluso solo los adultos. Podéis utilizar a conocidos, a familiares o a seres anónimos. Da igual, el objetivo es desoxidar corazoncitos, acordarse que no somos el ombligo del mundo y, porque no, provocar que vuestro pequeño aleteo provoque un gran cambio, que lo cambie todo.

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