miércoles, 9 de enero de 2019

Sé proactivo, no reactivo

Imaginemos una situación. Te has caído de un barco en el centro del mar en un día de tormenta. Tienes dos opciones, o lidiar con cada ola intentando no ahogarte o tratar de bucear, huir de las olas durante un instante, reflexionar y buscar una posible solución. La persona que se enfrenta a la situación de forma directa, lucha con cada ola de forma permanente y trata de sobrevivir es una persona reactiva. Es decir, ser reactivo implica que la situación es quien domina y tu papel se limita a sobrevivir a las circunstancias. La pelota te golpea a ti. En cambio, la persona que trata de reflexionar, buscar una imagen completa de lo que está ocurriendo para, una vez tiene toda la información, buscar la mejor opción, es una persona proactiva. O lo que es lo mismo, ser proactivo significa tomar el control de la situación para manejar las circunstancias

Ser proactivo como forma de vida
Para la RAE ser proactivo implica tomar activamente el control y decidir que hacer en cada momento, anticipándose a las circunstancias. Es una actitud. Es adelantarse y marcar los ritmos. Es evitar ir a contracorriente, sentirte permanentemente ahogado y sentir que el mundo gira, al menos en parte, al ritmo que le marcas.
"Entre estímulo y respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta reside nuestro desarrollo y nuestra libertad."
Viktor Frankl
Está claro que no podemos dominar las diferentes circunstancias a las que nos enfrentamos en la vida pero, como dice Viktor Frankl, siempre tenemos una oportunidad entre la aparición de esas circunstancias y el momento de afrontarlas. Ese espacio, esa decisión, es la clave. Es nuestra decisión utilizar ese momento en nuestro beneficio o simplemente esperar a que me toque actuar sin haber reflexionado. Aprovechar ese instante es proactivo; esperar es reactivo.

¿Cómo afecta ser reactivo a tu día a día?
Todos somos más reactivos de lo que nos gusta pensar. ¿No lo crees? Haz el siguiente trabajo, la próxima vez que te notes de mal humor o un poco atorado piensa si es posible que tenga algo que ver no haber pensado antes como organizarte, actuar o ser más asertivo con tu jefe o tu pareja. ¿Cuántos de tus problemas se podían haber solucionado con un planteamiento más constructivo y proactivo? En nuestro caso, la respuesta es casi todos.
Ser reactivo se aprecia de forma muy sencilla en el lenguaje que utilizamos:
"Es que soy así"
"No se puede hacer más"
"Ya lo he acabado todo y estaba haciendo tiempo"
"Era solo un momento"
"Es lo que hay"
"Aquí las cosas son así"
Los "esques" y los "peros" dominan el lenguaje reactivo. Cuando somos reactivos no vemos ese espacio entre el estímulo y la respuesta. No aparece ese tiempo.

¿Y si yo soy reactivo por naturaleza?
Pues a te das por condenado o nos crees cuando decimos que es una actitud y, por lo tanto, trabajable. Intentaremos explicar como cambiar esta actitud mediante el Círculo de Preocupación de Covey. Para Covey, todas nuestras preocupaciones caben en un círculo: el dinero, el trabajo, la relación con mi pareja, mis estudios, mis hijos, mi salud e incluso mi galopante alopecia o que se me están cayendo un poco las tetas. Lo grande y lo no tan grande. Todo. Ese gran círculo es lo que llamaremos el Círculo de las Preocupaciones.

Ahora, en su interior haremos otro círculo más pequeño. En él meterás, de todas tus preocupaciones anteriores, todas aquellas sobre las que tengas algo, mucho o total control. A este segundo círculo lo llamaremos el Círculo de Influencia. Por ejemplo, sobre mis estudios puedo dedicarles más tiempo, hacer esquemas, o ir a clases particulares. Está en mi mano buscar soluciones. Sobre mi dinero, puedo buscar otro trabajo, ahorrar más o cambiar hábitos de consumo, también está bajo mi control. Ambos son, por tanto, ejemplos del Círculo de Influencia. En cambio, si tengo una enfermedad ya contraída o tengo miedo a que el tiempo estropee mis vacaciones, son problemas no controlables y se quedan en el Círculo de las Preocupaciones.

Bien, una vez sabemos de los dos círculos ¿cuál es la diferencia entre las personas reactivas y las proactivas? La gente reactiva permanece mucho tiempo en el círculo de las preocupaciones. Pierde el tiempo dando vueltas o comentando problemas sobre los que no tienen control alguno. Eso le provoca impotencia y frustración. Aparece el lenguaje reactivo, el agobio por no tener el control de mi vida. Me victimizo y culpabilizo al resto o a las circunstancias. La gente no está cómoda a nuestro lado, lo que incrementa mi malestar y mis quejas.



La gente proactiva es consciente de que hay cosas en el Círculo de las Preocupaciones pero apenas pasa tiempo en él, ¿para qué? Se centra en los problemas de su Círculo de Influencia y busca controlarlos y poner soluciones. Ya decíamos antes que no se trata de conseguir solucionar todo. Es posible que seas muy proactivo y, puntualmente no te salga nada. ¡Se puede ser proactivo y torpe a la vez! Pero, muy probablemente, a la larga, te llegue tu recompensa en forma de satisfacción y control.
Por si esto no fuera suficiente ocurre un fenómeno doble. Las personas reactivas, tan preocupadas por su Círculo de Preocupaciones, invierten tanto tiempo en él que lo van haciendo más grande. Su sensación de control es menor y eso reduce el Círculo de Influencia. Siento que la suerte o las circunstancias son más poderosas de lo que son y yo puedo hacer menos de lo que realmente puedo.  Esto me hace sentir pequeño, impotente y débil, lo que retroalimenta la sensación de falta de control sobre las circunstancias. Además es una fuente de estrés que tiende a cronificarse.
Por contra, las personas proactivas tratan de resolver sus problemas, de anticiparse y de controlar en la medida de lo posible su vida. Esto proporciona una satisfacción y seguridad que fortalece tu autoconcepto. Te proporciona confianza y la zona de control aumenta, reduciendo el círculo de las preocupaciones.

Lo entiendo. Sé que quiero ser proactivo y que puedo serlo pero, ¿cómo lo hago?, ¿cuáles son los pasos a seguir? Sigue leyendo... aquí.


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  • Busca la conexión entre la actitud proactiva y el estoicismo griego. ¡Está todo inventado ;)!  

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