miércoles, 6 de mayo de 2020

Rutinas. Una lucha de buenas contra malas


La palabra rutina, del francés routine, hace referencia a esa ruta que hemos caminado muchas veces. Ese camino que conocemos de memoria y hemos interiorizado. 

El término es tan amplio que es capaz de encerrar en su concepto aspectos tremendamente positivos, las rutinas favorables, y formas de actuar ineficientes e incluso dañinas, las rutinas desfavorables. Aunque el proceso de creación sea similar, tanto como las afrontamos como nuestra actitud ante ellas es muy diferente, así que veamos por separado.

A. RUTINAS POSITIVAS
Aunque no tengan muy buena publicidad, las rutinas facilitan nuestro día a día. Nos hacen eficientes. Cuando automatizamos ahorramos recursos. Lavarme los dientes al acabar de comer, ducharme antes del desayuno, leer antes de dormir... tras unas cuantas repeticiones, asimilamos el hábito que llega para quedarse. 
Ya hablamos de cómo instaurar hábitos en 66 días en una entrada anterior (ver entrada), así que no insistiremos en ello. Tampoco en la importancia enorme que tiene para niños y adolescentes asumir rutinas en su aprendizaje (cómo ya explicamos, por ejemplo, en lo que a deberes respecta). Lo que queremos es ahondar en lo beneficioso de las mismas a nivel de salud, tanto física como mental. Importantes estudios han encontrado relación entre la adquisición y uso de hábitos durante el día con un sueño más saludable y, con ello, una mayor estabilidad emocional y mejor salud mental (ver estudio completo aquí). También se ha encontrado una relación significativa entre aquellas familias que generan rutinas y una menor impulsividad, rabietas y comportamientos oposicionistas en sus hijos/as (ver estudio aquí). 
Las rutinas mejoran nuestra salud y nuestro sueño
Los menores que viven en entornos estables y con rutinas definidas muestran un menor impulsividad y menos pautas desafiantes.
Adquirir hábitos no es cool, no suena bien, nos hace sentir viejos y acomodados pero son absolutamente importantes. Saca el loco o loca improvisador que llevas dentro en momentos concretos. Sé creativo en lo que quieras serlo, pero no vivas del caos porque no te ayudará a ti ni a quienes tienes cerca. 
Quizá sea momento de instaurar tomar un té con esa amiga los martes, de levantarse 15 minutos antes para comenzar el día tranquilo o salir a correr tres días por semana. Medita, elige y ¡a por ello!

B. RUTINAS NEGATIVAS
Pero las costumbres no siempre son positivas. Existen dos casos claros en los que las rutinas nos hacen daño:
  • Cuando nos ahogan y producen sensación de monotonía y hastío.
  • Cuando hemos adquirido rutinas negativas, dañinas o que nos provocan una pérdida de control o de tiempo.

Ambos casos, más comunes de lo que quisiéramos, exigen soluciones. Romper con la rutina consta de dos fases increíblemente intuitivas de enumerar pero difíciles de llevar a cabo. 

1. RECONOCE LA RUTINA NEGATIVA
Lo primero es reconocer esa rutina negativa. Os ponemos algún ejemplo: "Quiero dejar de comer mierdas" o "No tengo tiempo para nada". Ese tipo de frases, ante estos u otros temas, aparecen en nuestra mente e incluso las verbalizamos cotidianamente pero, ¿realmente las interiorizamos?, ¿somos conscientes de que es un problema a solucionar o es una queja de algo que no estamos dispuestos a cambiar? Ser conscientes es un paso fundamental en todo y, aunque nos cueste reconocerlo, rara vez llegamos a dar el paso de reflexionar sobre la cuestión.

2. DECIDE SI QUIERES ELIMINARLA DE TU VIDA O NO. ASUME TU LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD COMO CREAS OPORTUNO
Una vez reconocida la dificultad es importante asumir que el reconducirla es un derecho. Nadie nos va a obligar a cambiarlo. Somos libres de tomar esa decisión con honestidad. ¿Realmente quiero hacer el esfuerzo de cambiar?, ¿me interesa?, ¿estoy dispuesto a poner la fuerza de voluntad que exige?

3. TRAZA UN PLAN
¡Pues, hazlo! Es un buen consejo pero a nadie le va mal un poco de ayuda. Si con esa autoinstrucción eres capaz de cambiar tus hábitos olvídate de lo siguiente. Por si acaso, recomendamos unos pasos muy sencillos y útiles aptos para terrícolas. 
Es probable que sean muchas las cuestiones a eliminar, modificar o retocar. Haz una lista y prioriza. De una en una. Por orden de importancia. Cuando la tengas concéntrate en una de ellas. Selecciona una que sea importante para ti pero, a ser posible, no demasiado difícil. Necesitamos creernos que somos capaces y, quizá, dejar de fumar no sea la mejor opción para darnos moral. 
Busca una línea de seguimiento que te ayude a ser constante y a tenerlo en mente. Puede ser una alarma en el móvil, nuestra hoja de Cómo cambiar un hábito en 66 días, exponlo a tu gente para sentir una presión positiva para el cambio o publícalo en tus RRSS. Lo que sea que te funcione y ahora sí ¡Pues, hazlo! 

Genera y cuida las rutinas positivas, especialmente en lo que concierne a los pequeños, vuélvete loco cuando realmente sea el momento de improvisar o lo necesitas y toma consciencia de tus malos hábitos y modifícalos según tus intereses. Pocos caminos harán tu vida más sencilla y relajada que estos.

RECOMENDAMOS.

No hay comentarios:

Publicar un comentario