miércoles, 15 de enero de 2020

¿Por qué se porta así de mal?


Nuestro cerebro trata de simplificar, por eso reducimos las cosas a blanco o negro, a buenos o malos, por eso decimos que un chico se porta mal. Porque sí. Y punto. Cerebro en modo ahorro.

Es muy poco común que las conductas, por muy perjudiciales o incoherentes que parezcan, tengan una explicación coherente. Son pocas las ocasiones en las que nos encontramos con conductas simplemente desadaptadas, es decir, a través de las cuales la persona que las realiza no consiga algo que necesita o pretende. La inmensa mayoría de lo que hacemos, de lo que cualquier persona hace, tiene un objetivo que le resulta beneficioso (da igual que a nosotros nos lo parezca o no). La mayoría de esas ventajas son de tipo:

1. Atención. Es quizá el mayor reforzador del ser humano y tendemos a infravalorarlo. Por conseguir atención se puede llegar a repetir curso, pegar, hacer infeliz a quien quiero, etc. Lo normal, lo bueno, es que la gente tenga su cuota de atención de forma positiva. Si no lo consigue por las buenas, buscará esa atención de otras formas menos adaptativas. Pensemos en un chico que en clase suele estar callado, no hace gracias ridículas, ni fuma. Todas ellas conductas que atraen la atención (aunque las entendamos como negativas desde nuestra perspectiva adulta), cabe la posibilidad de que, si su autoconcepto no está bien construido, busque su cuota de atención chillando en clase o protestando airadamente a un profe. 

2. Cosas concretas, tangibles. Molesto hasta que la otra persona no pueda más y me de lo que quiero, sea comprarme una cosa, el móvil o la consola. Es lo que más fácil vemos.

3. Para escapar o evitar algo. Por ejemplo, me da mucho miedo ir a una excursión porque no conozco a nadie o pienso que se van a reír de mí y, antes de ir, la preparo gordísima para no poder ir o que mis padres "teman llevarme" y no lo hagan. Muy relacionada con la ansiedad.

Si queremos que alguien deje de realizar esa conducta negativa o molesta tendremos que facilitarle que obtenga lo que necesita de una forma adaptativa (ver conceptos previos del Educar sin varita mágica, por ejemplo Economía de Fichas). Es decir, es altamente improbable que alguien deje de hacer algo que le proporciona un beneficio porque sí y, a menudo, explicárselo no es suficiente. Necesitan poder alcanzar el beneficio que persiguen (aunque sea por un camino más largo y adaptativo) o un sustituto positivo.

Lamentablemente no siempre disponemos del tiempo o la atención necesaria que entender este proceso requiere, nos descuidamos y simplificamos viendo solo esa conducta desagradable original. Por eso, si queremos ayudar de verdad a alguien (menor o adulto) que suela meterse en problemas o realice conductas que le perjudiquen a él o a su entorno, necesitaremos estar muy atentos a lo que hace, pero sobretodo al porque lo hace. Tenderle puentes, facilitarle caminos que aunque más largos y sufridos, le permitan llegar a donde quiere llegar. La satisfacción de alcanzar sus metas por si mismo y sintiéndose orgulloso del camino seguido, harán el resto.



    Entonces, ¿qué hago?.
    Profundiza en cada comportamiento. No te quedes en la superficie de su conducta sino que plantéate preguntas como ¿por qué lo hace?, ¿qué quiere?, ¿cómo lo soluciono ahora y, más importante, cómo lo prevengo en el futuro?

    Se trata de ser detectives, de utilizar toda la empatía que llevamos dentro, y aún más.


    Quizá te interese..

    No hay comentarios:

    Publicar un comentario